
Un día como hoy, el 23 de agosto de 1936, Marcelino Olaechea, obispo de Pamplona, convocó una «solemne procesión de rogativa» a Santa María la Real con estas palabras: «Vivimos una hora histórica en la que se ventilan los sagrados intereses de la Religión y de la Patria [..] una contienda entre la civilización y la barbarie». Ese mismo día, el obispo publicó una exhortación pastoral en la que calificó explícitamente a la guerra de «Cruzada» (en ella, pedía limosnas para quienes combatían «por la causa de Dios y por España, porque no es una guerra [..] es una Cruzada, y la Iglesia [..] no puede menos de poner cuanto tiene en favor de sus cruzados»). Era el primer obispo en calificarla así.
Mientras se celebraba la procesión por las calles de Pamplona, dos autocares trasladaban a 52 presos hasta un paraje de las Bardenas llamado Valcaldera, en el término municipal de Cadreita, donde fueron asesinados y arrojados a una fosa común que había sido abierta el día anterior. Con los falangistas y requetés encargados de asesinar a los presos viajaron 6 sacerdotes, entre ellos el futuro arzobispo de Bilbao, Antonio Añoveros. Los asesinos volvieron a Pamplona a tiempo de participar en la procesión.